Frutos de un amor caído, de un amor imperfecto.
Las esquirlas de dos seres de vida mutua,
Semillas sembradas en el yugo del cariño
donde las almas se unen entre un lecho perdido.
Espíritus que caminan sedientos de amor,
extasiados del néctar que derrama el dolor,
hallaron su necesidad enterrada en el corazón
que será hogar de la más hermosa flor.
Entre las suaves sabanas que abriga la noche,
cama sin guardar los viejos reproches,
poso del agua de las antiguas lagrimas
alimenta la rosa que nace de las cenizas.
El amanecer llega con vida en sus brazos,
los pétalos de un amor que renació,
un día con brillo sin causar estragos
el destello de la fe que siempre existió.
La Luna lo recibió en su cuna,
lo cobija y lo aleja de esta penumbra,
las estrellas brillan por sus preciosos ojos.
Imposible negar, la felicidad que él les dará.
Alegría, sonrisas plasmadas en su rostro,
heredadas de los gestos de sus progenitores,
vida perfecta y preciosa le han otorgado
dos niños eternamente enamorados.
Asesinos dadores de aliento a su alma,
Dioses que reencarnaron en su corazón,
ahora instructores de un niño,
de un niño que creció bajo el velo del amor.
Un Ángel se ha posesionado de los dos,
nació gracias al sueño que se realizo,
es la luz que los guía por el camino,
por el futuro que la esperanza construyo.
La semilla de las rosas rojas y verdes,
Florecieron en un jardín oscuro cubierto por la niebla.
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