Amada mia

Finalizaba la tarde y con el crepúsculo
se dio lugar a una hermosa noche,
la cual cubria cada rincón con la oscuridad.
La luna se abrió paso entre las nubes,
asesinando el sol y adueñándose del cielo
que permanecería en tinieblas.
Una tenue luz en medio de la oscuridad,
iluminando un corazón que solo a la luna pertenece,
un corazón que late con su resplandor
y se alimenta de su inmaculado amor.

Tu eres la Luna que desgarro mi corazón y lo hizo eternamente suyo.

Te amo

viernes, 28 de agosto de 2009

Maldición pactada


Esta es nuestra noche,
aquí, donde nuestras lúgubres vidas
mueren y nosotros con ellas,
perdidos he de encontramos.
La oscuridad convierte el día
en una inmaculada penumbra;
En este sitio inhóspito,
se cumplen los mas lúgubres deseos.
Es un lugar para ti y para mi.


Pactamos bajo el poder de la sagrada
sangre, derramándola en el jardín,
desperdiciando el néctar que permite
a nuestros decadentes corazones, palpitar.
El filo atravesando nuestras almas,
lastimando nuestros cuerpos,
expulsando los vejámenes mutuos,
actuando como espíritus agonizantes.

La lumbrera reflejándose en tus
oscuros y desamparados ojos,
haciendo brillar tus lagrimas.
Esta ilustre luna,
es testigo de la tragedia que tu y yo
estamos destinados a sufrir.
Aquí pertenecemos,
esclavizados a un mundo perdido,
en este bosque de mis delirios
compartidos, apoderándose de tu dolor,
mostrándote lo ahogado que esta
tu corazón, junto con el mió.

Permite que en este abrumador paisaje,
tu y yo, seamos victimas
del fruto  de tu pasado,
el que cultivo tus heridas;
dejemos que este prado de sombras,
nos haga compañía en el ritual,
en el que yo te entregare
lo único que poseo,
mi vida, poseída por la tuya.

Aclamo al silencio,
llorando por que vivo,
pidiendo ser victima del sufrimiento
que se posa sobre tu espíritu,
para postrarme en mi lecho de muerte.

Hemos forjado un lazo inquisidor,
y sin observarnos aun,
refugiamos dos corazones,
adueñados por dos tristes almas,
sentenciados, a la unión eterna.
Tu sublime existencia,
permitió que el pacto se efectuara
y nuestra desdicha se ahogara.
Que el mundo mismo
envidie nuestra unión,
porque esto que nos permite estar juntos,
nada tendrá el poder de arrebatarlo
de nuestros seres acorralados.

Amada mía,
reina de mis lagrimas,
que este juramento,
escrito por nuestra sangre,
prospere mas halla de nuestras vidas,
así mismo cuando miremos al cielo
y seamos observados por los ángeles,
tu y yo diremos :
"Ni las cadenas del dolor,
nos arrebataron nuestro amor"

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