Lagrimas, con sus lágrimas te tejieron,
Son el débil hilo que no deja volar tu cuerpo
Sumergido en el llanto del tejedor,
Inundado de sangre permanece tu velo.
De las cansadas manos que te sujetan,
Sale una aguja que te separa en partes,
Evita derrumbar tus delicadas telas
Apuñalándote cuando las derrames.
Cose tus ojos hasta cegarlos,
Los cubre del trapo color negro,
Así no observen más su llorar,
Ni la niebla que eleva su lamento.
Lustra en ti un rostro sonriente,
Lo cose para que su dolor no se delate,
Abrigada de suaves espinas
En sentidos y emociones te desase.
Una tira de seda cierra tus labios,
Los que callan las sordas palabras
Que el tejedor nunca escuchará,
El creador que en su vitrina te dejará.
De sus prendas de seda te viste,
Te sostiene para que desfiles,
Mientras los niños pasan sin verte,
El se da cuenta que ya no sirves.
Arrepentido de su creación destroza
Las ataduras de tus alas remendadas.
Abandonada en el oscuro ático,
Cubierta por sabanas rojas enredadas.
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