El estío duerme ahora con el cielo;
descansa en los colores opacos
que le brindan las mustias flores.
En el lecho de la luz del sol es arrullada
la divina rosa que viste delicada
sus suaves pétalos de esperanza...
Y danza, danza en campos tranquilos,
que la cobijan en una melodía de paz
traída a sus espinas por las auroras
abandonadas en las desdichas de tiempos atrás.
Sus ojos ya han cerrado mi amor
que se riega ciego por el cielo,
cruzando su senda de pétalos silvestres
como la cascada de un rio viejo,
que añora hallar en su riego
la rosa dueña de sus sueños
perdida en la sal de las lagrimas
del roció que le brindan las nubes.
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