Amada mia

Finalizaba la tarde y con el crepúsculo
se dio lugar a una hermosa noche,
la cual cubria cada rincón con la oscuridad.
La luna se abrió paso entre las nubes,
asesinando el sol y adueñándose del cielo
que permanecería en tinieblas.
Una tenue luz en medio de la oscuridad,
iluminando un corazón que solo a la luna pertenece,
un corazón que late con su resplandor
y se alimenta de su inmaculado amor.

Tu eres la Luna que desgarro mi corazón y lo hizo eternamente suyo.

Te amo

martes, 12 de enero de 2010

Inocencia de mil seres




-¿Por qué lloras?- Pregunta preocupado.

La viuda, que se encuentra en un rincón de la habitación,  fija su mirada al frente sin escuchar algo aparente.

-Dime, ¿Por qué lloras?- Insiste.

Ella mantiene los ojos quemándolos con el viento, no parpadea y sus pupilas lloran; Permanece inmóvil, sin entregarle atención al que la cuestiona. Aun manteniéndose distante, inicia unas palabras guiadas al aire:

-Ahora siento que mil demonios tomaron posesión de mi, en las orgias de su placer me han enclaustrado, me maltratan, me obligan a ser suya al darme de beber su néctar que me droga y me mantiene en dolores que provienen de mis antiguas pesadillas. Es negro el color de mi ambiente, lo disfruto, así lo sienta falso y cambiante.

El niño se inclina y le replica en los oídos:

-Carneros te han amenazado con penetrar la puerta de tu inocencia, desgarrar sus bases con sus cuernos para desvirgar tu esencia; Tus gritos son mezclas de trauma y miedo, de tu sangre con la de Satán, son la melodía de un rito que te sentencia a carnales y vacios destinos.
Mueres,  vives, en tu coito con los mil demonios; También lloras y sonríes como un ruego a una felicidad lejana.

Ella se incorpora rápidamente, mira a toda dirección y un temor se apodera de sus venas hasta saciar su corazón; Corre sin destino en el vano intento de huirle al miedo, a las pesadillas que embargan su mente; Se estrella, rompe su rostro y restriega su carne en los muros,  llega el momento en que tropiezan sus pies descalzos y la derrocan hacia una caída que pierde altura, se desploma y se consuela en el suelo.

- Placentera es tu estadía mi Señor, permíteme rugir al sentir dentro de mí tu cortante espada.

 La mujer rasga su ropa y actúa como una bestia salvaje, acaricia y contempla su cuerpo, lame sus senos y los consiente con sus dejos húmedos; Palpa su clítoris, sus uñas largas rasguñan su vagina asta penetrarla despiadadamente, eleva alabanzas para su Dueño mientras masturba su alma perdiéndola en la exquisitez de sus deseos. Canciones suaves de placer canta.

-La inocencia permite ser pisoteada por el pecado de ser débil. Te arrastras querida mía, sobre piedras que abren tu deliciosa piel, pero cegada estas por el dolor y lo percibes como el delicioso sabor de no sonreír. ¡Grita! libera tu orgasmo de inconsciencia, que el demonio te hace suya, mientras succiona tu belleza, tu vida y la luz que guía a los barcos en mares tempestuosos.

La viuda oye los susurros que la agitan, pero no ve quien las pronuncia.

-Libérame Satanás, líbrame de esta voz que me llena de miedo e impotencia.

Desesperada, rasga las paredes hasta trozar un pedazo de madera que lo introduce en su ano. Sangra y se lamenta.

-Mi Señor, recíbeme en tu rebaño, bebe mi sangre en señal de tu posesión sobre este cuerpo maldito; Penetra mi espíritu, tu frio dolor es para mí, placer incontenible. Que mi lengua sea como la de una serpiente que recorre y te impregna de veneno, que mis manos estimulen tu fuente de agua pecadora. Soy tuya, solo tuya.

-Miserable ser, que desgracia fue haber tocar tu corazón. Tu inocencia regada en la sed de posesión de mil seres.

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