Qué desgarrado se halla mi corazón,
posee rasguños que no curan.
Oh¡ maldita sea la razón
que me arrastro a este cementerio,
pero Dios, es que el amor lo cobran
y su precio es el dolor,
un impacto profundo en las calles
solitarias de mi alma.
No lo logro negar,
aun es fuego candente en mis venas,
fuego que jamás se extinguirá.
Quisiera odiarla,
maldecirla cada vez que respiro
pero sé que me miento
y al que odio es a este paracito,
al paracito que habita en mi.
¿Por qué?, Maldita sea...
Arrancó mi corazón y se lo llevó,
en sus manos palpita y palpitara siempre
aunque con sus dedos lo intente apagar.
¿Por qué? ¿Soy el único que ama?
¿Nadie más sabe que es entregar una vida?
Porque soy despiadado al amar,
el único que se desprecia por ella...
¡Grito!, grito incesantemente,
porque poseo un dolor que calumnia mi ser,
lo hace suyo para ocultárselo al romance.
Desgracia es la mía,
tristeza pura en mis ojos verdes,
los ojos de una mentira.
Dime Dios, ¿Has muerto tú por amor?
¿Has sentido tormentas de ausencia en ti?
Yo si, yo si lo he sentido,
como esas lagrimas que se escabullen
por mis poros y crean mares de melancolía en mi.
Yo amo, maldito seas Dios, yo amo,
y doy amor como el cielo le brinda refugio
a la Luna y sus estrellas,
amo como el sol que muere a cada segundo
por entregarnos luz perpetua.
Soy mi trampa, soy mi seol,
hasta que mis pulmones se cansen de suspirar
y mi corazón fallezca por amar;
No cesare al pensarla en penumbras
y días fugaces,
así tan solo sea una sombra
que la cuida en las infinitas noches.
Toma mi vida, o Dios mío,
si es lo necesario para verla sonreír,
mutila mi espíritu en el infierno
para que ella feliz logre vivir.
Quiero ser el polvo
que se desplaza en el viento
o rastros de arena perdida,
pero permíteme descansar de estar agonía.
Que halle quien la resguarde de la maldad,
que halle quien haga sus sueños realidad.
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