Aquí me encuentro yo,
un hombre solitario y frio,
esquivo, a la vida que transcurre gélida
sin romance en sus murallas grises.
Pobre hombre solitario, sediento de amor,
embargado por el deseo que se riega
en aquella doncella atrapada en la silueta
de espectro falsos.
Caballero sin alma,
sin corazón vivo en su interior,
solo contiene recuerdos vírgenes
de la lujuria exquisita
extasiada en el ayer;
Esta noche, como en las demás penumbras,
yo, tu caballero eterno,
te espera silencioso de tristeza
en los prados del averno.
Yo,
aquel maldito que apago las nubes del cielo,
aquel infeliz que desborono sueños
escritos en tu lienzo,
aquel, que sin dudarlo un segundo
entrega sus añoranzas para cumplir en secreto
las de su amada, sin ser percatado,
huyendo de la realidad.
Yo, el caballero solitario,
te amara una y mil veces más.
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