Amada mia

Finalizaba la tarde y con el crepúsculo
se dio lugar a una hermosa noche,
la cual cubria cada rincón con la oscuridad.
La luna se abrió paso entre las nubes,
asesinando el sol y adueñándose del cielo
que permanecería en tinieblas.
Una tenue luz en medio de la oscuridad,
iluminando un corazón que solo a la luna pertenece,
un corazón que late con su resplandor
y se alimenta de su inmaculado amor.

Tu eres la Luna que desgarro mi corazón y lo hizo eternamente suyo.

Te amo

miércoles, 11 de agosto de 2010

Después de tiempo


Corazón herido y benévolo, revélame por cual camino
debo mis huellas dejar,  añoro el pasado como ayer
y el amor en algo en que nuevamente se me sea posible creer.
Cuéntame si los recuerdos desoladores son olvido,
si es necesario secar tristezas ya que en una sonrisa existo.

Mujer, ojos de cielo divino, me lacera tu mirada,
ya que aun tengo presente que robaste mi corazón
y mil noches fuiste mía, mi amada.
Es insignificante el pensamiento,
de creer que de ti me separa el tiempo,
pues aun es de gran dolor tu hermoso recuerdo.
Mira, no le temo a la Luna,
pero aun sus cambios influyen en mi
como si eternamente estuviéramos unidos y tu no lo supieras.

Soy un hombre de pasión por la belleza
donde para este mundo escasea,
me regocijo de las pequeñas sorpresas
y de la poesía en cada flor soy esclavo.
O amor que de respiros dotas la vida,
sirviente tuyo soy,
y es que no sé hacer nada más que embellecerte
con estas insulsas palabras.
Mas hoy te escribo, amada mía,
tu en París, yo en las Antillas,
rogando porque aprecies estos versos
hablados por mi corazón devolviéndome una señal,
una minúscula señal, que le dé latidos a esta pobre poesía,
que es pobre, pobre porque tus labios no la recitan.

Que me callen los que valoran la vida,
que me cubran los que de la paz se olvidan,
yo no hallo paz, no siento calor, gélido soy en mi interior,
sin tu amor no vale nada, nada mi corazón;
Solo son tus manos que me abrigan,
solo tus labios en mis besos se existan,
únicamente tu cuerpo es deseo carnal.

No te ofrezco mi presencia para tu existencia,
no espero de ti palabra alguna ni delicadeza,
solo he venido, desde aquel rincón de la soledad
para recordarte que te amo y jamás te dejare de amar.

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